El cambio de color con el paso del tiempo es el efecto de oxidación típico de una materia orgánica y viva como la madera y se debe a la interacción natural entre sus elementos con el aire y la luz. Este comportamiento presenta dinámicas diferentes de madera a madera. En general, las especies claras de origen europeo (como, por ejemplo, el roble, el cerezo, el arce, el fresno, etc.) tienen la tendencia a un viraje bastante lento que lleva a exaltar los tonos más cálidos y ambarinos. En cambio, la gran mayoría de las maderas exóticas se asocian generalmente a fenómenos de oscurecimiento, a veces incluso bastante rápido y marcado (es el caso, por ejemplo, de doussié e iroko).
Algunas especies tienen comportamiento específicos y singulares, como la teka, por ejemplo, que tiende a aclarar sus partes más oscuras y a homogeneizarse con el paso del tiempo. Por efecto de la oxidación, las maderas sometidas a procedimientos de tratamiento térmico tienden a aclarase con el paso del tiempo. Las evoluciones de color están sujetas a cursos diferenciados en función de los acabados. Estos fenómenos están asociados a la naturaleza misma de la madera y forman parte, desde siempre, de su belleza. De cualquier forma, puede ser de gran ayuda adoptar unas pequeñas precauciones. El desplazamiento periódico de alfombras permitirá, por ejemplo, homogeneizar las zonas mantenidas en la oscuridad. Además, colocar cortinas y pantallas UV en las cristaleras más soleados y expuestas a la radiación directa evitará la manifestación de fenómenos más críticos.
